Desde el colonialismo que favoreció la revolución industrial el mapa del ventajismo económico casi no ha cambiado y la mayoría de los países siempre estarán "en vías de desarrollo" a remolque de quienes lo sustentan o lo controlan; siempre estarán supeditados a los tejemanejes de quienes les sobran medios -porque siempre tendrán más que los demás- para especular, negociar con lo que ven que es de obligada necesidad, con lo que nunca será prescindible para sobrevivir.
Así, las fuentes de energía, la medicina, la vivienda y las patentes de las nuevas tecnologías siempre serán el objetivo de la urdimbre especuladora; es decir de donde se puede hacer más dinero, engañar, manipular con el beneplácito o con la impotencia de toda justicia de turno.
"Donde manda patrón, no manda marinero"; es decir, que ellos ya tienen la dirección, el negocio total de tal usura, la explotación segura o infalible a largo plazo la cual no permitirá ningún estorbo, ninguna vicisitud de idealistas proclives a ser derrotados sin remedio.
Entonces, lo primero que de África importa es el amor por sus fuentes de energía y por sus metales preciosos -poseerlos o controlarlos a toda costa-, aunque se le soborne con un desarrollo "colateral" que siempre será el mínimo, de seguir hacia delante -pero supeditado y bien atado-.
Y es que lo más "sagrado" es que se mande sobre las directrices mismas del gran negocio, pasando por alto esa poca vergüenza de que unos tienen demasiado y siempre tendrán demasiado mientras que otros de desesperanza se pelean o se mueren, porque las primeras necesidades no son suyas o ya "otros" más astutos las han negociado para que no estén a sus alcances.
De esta forma descabellada, con este modelo de explotación, los países ricos siempre tendrán que hacer frente al acoso de la inmigración, al acoso del fundamentalismo libertador de los pueblos -que es una inadaptación- y al acoso de algunas desobediencias más agresivas.
Sin embargo, por otra parte, dentro de algunos países desarrollados, se cumplirá cierto amaneramiento por controlar también los bienes de primera necesidad -para robar sin que se den cuenta-; pues, de una vivienda -que es como el pan con lo que no se juega- se la suben de precio a un trabajador, para que tenga que trabajar tres veces más o cuatro para poseerla dignamente.
Este es el caso de España por ejemplo, donde la vivienda -por especulación- ha triplicado su precio por encima del sueldo medio. Pero, ante esto y como respuesta, Aznar se va del lado de Bush, alineación de la que gusta demasiado, subvenciona la fundación del dictador Franco y destruye poco a poco los sectores económicos más desfavorecidos.
Él es así.