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Año II - Nº 7
Marzo-Abril 2003

Entrevistas

León Rozitchner

Alberto Morlachetti

El Damero
Identidades empetroladas.
Dr. Alfredo Grande
Entrevista a Mary Castillo-Amigo (Filósofa)
Manuel Mujica Lainez: El hombre del sombrero gris
Enrique "Jarito" Walker
Realidad y virtualidad
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Ajo y Limones
La Señorita Wilson, de Pedro Orgambide
Tres héroes, de José Martí
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Estampa Popular, el arte de ser Juez y parte
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Psicoanálisis Implicado
del Dr. Alfredo Grande

Un crimen argentino
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Buenos Aires

Argentina

El Damero

Entrevista

Mery Castillo-Amigo (Filósofa)
"La Política de lo cotidiano"

Por Marcelo Rebón

Mery Castillo-Amigo, 36 años, estudió filosofía en Universidad Nacional Mayor de San Marcos Lima, Perú y actualmente da clases en una dependencia de la Universidad Paris IV. Además está realizando una investigación sobre Cultura Política en América Latina, cuyo enfoque se halla enmarcado en el análisis de "lo cotidiano, lo vivencial".


-¿Qué es "lo cotidiano", Mery?

 Lo enmarcaría dentro de lo que nosotros llamamos filosofía práctica, que de una u otra manera es reivindicar lo político, porque hay una aplicación cotidiana de la filosofía política en nuestras vidas; lo que las personas hacemos y pensamos en el día a día, lo vivencial, es parte de eso.

-¿ Que hechos puntuales estudia?

- En este momento me interesa el papel de la gente común dentro de nuestras sociedades actuales. ¿Cómo un país "X" de Sudamérica "decide" a través de su gente tener un modelo político que se salga de lo general, de lo establecido? Eso da señales de un nuevo tipo de comportamiento. Creo que todo lo que hacemos en lo cotidiano es político, tiene una carga y una base política y termina siendo determinante para los países.

- ¿Me daría un ejemplo un poco más concreto?

- Argentina es un buen ejemplo, extremo sí, de lo que pasa dentro de América Latina; un pueblo sumido en una crisis de credibilidad total, donde la gente común ya ha percibido tal desgaste de la política tradicional y pide "que se vayan todos", tal vez sin medir las consecuencias de lo que se pide, pero el pedido en si ya es un síntoma de hasta dónde se ha llegado. No sólo la credibilidad del presente esta cuestionada, además el mismo futuro desde lo político es una gran interrogante. Argentina es un muestrario de esto; pero el resto de los países latinoamericanos no escapa de esta situación. Argentina tiene programadas las elecciones para dentro de unos meses, y el espectro político de lo que se juega aquí es ese pasado conocido o ese futuro – que tampoco es muy extraño- que dice cosas. Lo mismo pasa en Perú, Ecuador, Colombia, donde se llega a votar por lo mas extremo porque lo tradicional perdió credibilidad. Venezuela no llega aún a esos extremos, pero se nota la falta de credibilidad política, y el hecho de tener este tipo de gobierno y no otro, y que por lo mismo esto genere una serie de anticuerpos dentro de la población. Es una señal de que la gente común, esa masa de votantes está insatisfecha y en una búsqueda constante de cambio permanente, pues ante lo viejo conocido se vota por lo mas extremo, pero no existe una cultura política que permita replantearse proyectos claros; a pesar de tener que votar por un candidato, que no es lo que espera, puede ser critica ante situaciones extremas y no comerse "el cuento", es un síntoma en Latinoamérica de que el sistema que viene imperando desde hace varias décadas no funciona.

- ¿El hartazgo se hizo escuchar?

 Totalmente, si la gente ve corrupción, mentira y se siente utilizada, va a cansarse y va a reaccionar. Pero ahora el tema es cómo se orienta y redirige ese hartazgo.

- El diálogo es mentiroso por parte de los políticos...

- Sí, pero se retroalimentan, lo que queda de la política formal, junto con la clase empresarial, que termina imponiendo las "soluciones". En Venezuela Chávez llega con un discurso y luego se da una reacomodación en los sectores de poder, pero cuando ya se pone muy molesto con el tema del petróleo "hay que quitarlo"; o la masacre que se dio hace poco en Bolivia durante la ultima rebelión popular, en cualquier otra parte hubiera derribado a un gobierno, pero en Bolivia no fue así porque hay intereses de una clase dominante y son muy fuertes.

- ¿A qué le atribuye la falta de credibilidad?

- El modelo neoliberal ha fracasado en todas partes, pero digamos que es ahora que en América Latina empezamos a pagar las consecuencias; el cuento de entrar al primer mundo y ganar cierto espacio o posicionamiento geopolítico dentro del espectro mundial fracasó. En este momento no somos demasiado importantes para Estados Unidos; en la agenda, la coyuntura es Irak. A ellos les interesa mucho más el petróleo de Irak. Latinoamérica esta muy rezagada y seguirá siendo el patio trasero, un lugar a donde recurrir cuando falte de otro lado, una reserva, necesitan tenerla bien pero el interés económico cada vez es más relativo y el político interesa mientras es redituable, cuando ya no lo sea les dejara de interesar.

- ¿En el caso de Argentina, cree que Menem puede ganar?

- Me parecería desastroso, pero no seria raro porque no hay otras opciones muy diferentes al mismo tiempo porque en Argentina puede pasar cualquier cosa; en Brasil hay expectativa con Lula porque la gente eligió un cambio (maquillado o no), la gente recibió otra alternativa ante lo ya conocido. Nada garantiza que funcione, quizás en un año la gente piense muy distinto de Lula pero al menos representa otra opción. Pero en Argentina no sucede lo mismo. En México Vicente Fox parecía una alternativa diferente y al tiempo todos se dieron cuenta de que no era lo que creían que iba a ser. Que cambien las caras es importante para la gente, con Chávez pasó lo mismo. El caso de Perú, el apoyo que tuvo Fujimori por parte del empresariado porque les convenía, y además del pueblo que también se sentía beneficiado, y lo que sucede ahora con Alejandro Toledo, la expectativa generada, y su propio desgaste. Pero el cambio de caras, está demostrado, no es suficiente, y eso es algo que se va aprendiendo ahora.

- ¿Qué imagen tiene de los Argentinos?

Tradicionalmente, que se creen superiores al resto de Latinoamérica, eso es casí un lugar común. En eso influye además la geografía; estar en una esquina del continente, de cierta manera aislados, eso te da la posibilidad de sentirte único (desconectado del resto); y eso puede hacer que como país se sientan mas cercanos a Europa que a Latinoamérica, comparada con Bolivia, Perú, Ecuador. Argentina esta del otro lado. Además esta toda la fuerte influencia de los inmigrantes, que fueron quienes hicieron este país. Pero este shock,  después del cacerolazo ha significado un quiebre de esa auto-imagen, a partir de sufrir necesidades y carencias que antes no tenían. Se puede estudiar este fenómeno desde diversos parámetros y puntos de vista, se puede hacer psicoanálisis de esto, pero creo que aquí lo básico es cómo será esta mirada hacía el futuro. Como peruana, hace 10 años, podía sentir cierta discriminación, hoy en cambio, uno ve cómo se trata al turismo, que proviene en gran parte de Latinoamérica, al menos en Bs. As. Si bien es cierto que ahora el turismo es una importante entrada económica,  sería deseable pensar que la memoria colectiva del país no olvide este momento,  y tenga presente quienes les dan una mano ahora.

- ¿Cómo relaciona la falta de alternativas del sector político con la esperanza de la gente?

- En toda la región no se ven salidas claras, pero hay una búsqueda por parte de la gente, porque hay esperanzas. Sabe lo que no quiere, pero no tiene claro lo que quiere porque al mismo tiempo no se muestra un camino claro, una salida posible. Después de la guerra fría, la izquierda quedó totalmente desacreditada y los caminos quedaron muy enmarcados dentro de la línea neoliberal y no se han llenado los espacios para nuevas formas. Lula presenta una izquierda "decorada o edulcorada" que aún no ha calado lo suficiente, porque su discurso deberá tener mayores repercusiones en la región. Y es interesante que pasen estas cosas a pesar de todo el costo social que implica, porque de alguna manera se está diciendo a dónde vamos.

- ¿Hacia dónde?

- De alguna manera, y poco a poco, hay grupos que se están empezando a organizar. Hasta ahora la gente está acostumbrada a que lo político venga desde afuera y se imponga. La gente ha perdido la experiencia de participar activamente, no sabe determinar porque no tiene opciones ni caminos. Este modelo neoliberal que se impuso, que venía con mucha fuerza, ya se agotó. Yo veo que en Argentina se han organizado, los grupos de desempleados se movilizan, hay ollas populares, surgen pequeñas organizaciones, así es como se empieza a encontrar soluciones, participando. Por supuesto que hay mucho descrédito, rabia, bronca, decepción, pero en algún momento se deben organizar, aunque sea para hacer una olla popular y comer ese día; pero el problema sigue porque siempre necesitan comer y así es como poco a poco la gente comienza a replantearse las cosas, de ahí surgen nuevas propuestas. Es un ejercicio lento, pero ya es un síntoma de que la gente no se queda inmóvil; cuando resuelven un problema concreto se dan cuenta que nadie está solo y es organizándose como se consiguen los cambios.

- ¿Usted cree que son los políticos los que gobiernan un país?

- A partir de las últimas décadas se da una desestructuración del sistema político y se desestructura la sociedad, el poder empresarial es quien toma las riendas de lo económico y por ende de lo político-social. Si una gran empresa cae, caen muchas pequeñas detrás y puede también caer un país. El gobernador, el presidente, pone la cara, pero ya hace rato que lo político y lo económico dejaron de ser cosas separadas. Tampoco hay diálogo entre los políticos y la gente porque no se están escuchando, tienen posturas enfrentadas.

- ¿Qué es lo que queda por hacer entonces?

- De esta situación va a surgir algo, a mí me interesa la reorganización social porque de ahí si surgen posibilidades concretas de mejorar esta situación. Me gusta que la gente esté aprendiendo a organizarse, el tema es cómo van a orientar esta organización porque superado un problema va a surgir otro más para resolver, eso hace que la gente se organice y aprenda que es a partir de ellos y no esperando la solución desde arriba, porque no va a llegar del sector político. Si en un barrio hay problemas de semáforos, hambre o inseguridad, en el otro barrio de al lado también; ese es un punto de coincidencia que genera intercambios entre la gente. Los piqueteros se juntan para reclamar subvenciones, necesitan comer hoy y deben resolver el "comer hoy" todos los días, pero cuando se den cuenta de que lo que necesitan es trabajo, porque las subvenciones no alcanzan ni les solucionan la vida... Un piquetero además tiene familia que necesita escuelas y hospitales, entonces lo que empieza con un pedido de subvención va a ir derivando en otras cuestiones. A los piqueteros les va a convenir apoyar a los maestros y a los médicos porque saben que necesitan de ellos y ahí se van generando relaciones entre los sectores sociales; esto puede derivar en un movimiento social y no se da de la noche a la mañana. En Argentina se corren muchos riesgos por lo inesperado y lo urgente de todo, pero la gente ya no puede esperar. En Perú, querían privatizar empresas del Estado del sur del país, la gente se levantó y destruyó media ciudad durante la protesta, entonces los políticos leyeron esto como que la gente no entendía la privatización, pero en realidad lo que sucedía es que la experiencia de la gente respecto a las privatizaciones era muy negativa… La gente se organiza y logra derribar esto. 

- Controlando a la estructura familiar se puede controlar mejor a un país ¿No cree que existe un ataque sistemático con intenciones de fragmentar a la familia y robotizar al individuo?

- No sé si tanto, pero una familia típica como las de antes ya no existe. Eso se debe a los cambios sociales, culturales y de civilización. Originariamente la familia era algo más que 4 personas, era una tribu, una organización social de base. Ya no lo es más. La tecnología, a través de la industrialización, de la cultura del entretenimiento, ayuda a la desestructuracion familiar, y a un sistema como el que impera le conviene masificar individuos para direccionarlos hacia ciertos objetivos. Toda la cultura del entretenimiento va en función de dividir los intereses de una familia y dar respuesta individual a cada uno, y así los mantiene separados, desestructurados. La familia es mucho más que un padre y una madre, cuanto más separados los mantienen son más controlables, pero la gente va aprendiendo que esta división termina siendo superficial; cuando cada uno se da cuenta que no es el único que tiene el mismo problema, ahí toma conciencia de que debe organizarse. Se pasa de esa familia nuclear, que era la que nos referenciaba, a una familia social.

Por Marcelo Rebón


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