------Una justa definición de esta novela del periodista Reynaldo Sietecase sería decir que es magnífica. Aunque esto, incluso, sería poco decir.La razón es simple: además de estar prolijamente escrita, dejarse leer con facilidad, atrapar desde el principio y tener personajes bien logrados, se da el gusto de jugar con las similitudes entre el relato policial que es el centro de la trama y la historia sangrienta de la Argentina militarizada. El resultado es una serie de lecturas entrelíneas que ponen al lector como cómplice de lo que se busca decir.El protagonista es el abogado Mariano Márquez, quien a pesar de haber estado preso en cuanto sale en libertad busca nuevos delitos que le den el dinero que necesita. Su obra maestra será en diciembre de 1980, cuando decide ejecutar un crimen que, en apariencia, debería ser perfecto."Si no hay cuerpo no hay crimen", se dice, tal como lo sostiene cualquier teoría criminal. Avocado a eso, decide probar si el ácido sulfúrico es realmente capaz de disolver un cuerpo humano. Para eso planifica una amistad con un importante empresario, quien por sus debilidades emocionales cae fácilmente en la trampa. La amistad prospera y llegan a compartir mujeres y tragos. Con el mismo procedimiento que el del terror impuesto por los militares hace desaparecer el cuerpo. A partir de allí la policía tratará de definir si el abogado es culpable o no.Lo mejor del libro es que ayuda a pensar al lector y a definir, con lógica certera, cómo se delinean las responsabilidades aunque no haya cuerpos. Como si el crimen, ante el juicio de la historia, también tuviera patas cortas.
Por Carola Chaparro