Discurso de Alberto Morlachetti en Plaza de MayoPrimero, quiero agradecer profundamente a los pibes dignos de la Argentina, a los trabajadores, que son los hacedores de toda la riqueza de este país, a nuestra entrañable y querida Central de los Trabajadores Argentinos, un enorme agradecimiento a la Corriente Clasista y Combativa y a las organizaciones populares que, a lo largo y a lo ancho del país, nos dieron ese enorme abrazo que significa el camino de la construcción de un país para todos.
Una chiquita, allá por el norte, nos decía: "mi corazón le dará fuerza a tus pies". Esa sabiduría popular enorme que tienen los niños es parte de un pueblo.
Yo me preguntaba, cómo le digo a mi país que es una inmensa grieta, cómo le digo a mi país que hay 9 millones y medio de niños pobres, de los cuales la mitad ya no come. Cómo le digo a mi país, que todos los días pagamos un impuesto siniestro de cien niños a la muerte. Y cómo le digo a mi país que tres o cuatro vivos nos vendieron el cielo y la tierra.
Cómo le digo a mi país que lo que Dios puso en un lugar del territorio argentino, las cataratas, para que la mirada de nuestro pueblo las disfrute -porque la belleza es parte de nuestro crecimiento humano- lo privatizaron, que cobren 18 pesos para echarle nada más que un reojo. No lo entendíamos y los pibes decían: "las cataratas son nuestras". Señores, cuidémonos porque pronto mirar el sol va a costar 10 pesos.
Mi pregunta es qué hemos hecho, no hay construcción humana posible en alianza con este sistema, no hay construcción de ningún tipo porque han dejado el país desangelado, desnutrido, la patria enflaquecida.
Cómo explicarle que en Santiago del Estero, cuando entramos con las 39 comunidades campesinas, nos desalojaran de la escuela, por el sólo hecho de que al juarismo represor y feudal le molestara la ternura que avanzaba para construir una patria para todos. Cómo le explico a mi país que Puerta está peleando las internas políticas y su provincia se extingue, se desangra en niños... "que se vayan todos" es la consigna que acuñó nuestro pueblo.
Yo siempre digo, que después de esta marcha las cosas no son iguales para nosotros, nada puede ser igual en nuestro corazón porque estos chicos nos ponen el corazón de chocolate, con un latido que sueña con un mundo distinto. Ternura a ternura debemos construir una nueva utopía de la vida que nos vuelva a enamorar, que nos vuelva a convocar, que nos vuelva a unir...
Porque hay que optar -y lo digo sin ningún tipo de demagogia, porque yo no aspiro a ningún cargo político, soy educador y tengo el orgullo de serlo-. Y esa opción de hierro es patria o hambre, infancia o hambre, país para todos o hambre. Debemos decir que no estamos lejos ni cerca, estamos en el tiempo exacto para construir un nuevo país donde ser niño sea un privilegio y ser anciano una bendición.
Para terminar quiero decirles de parte de los educadores que han acompañado a los niños, tenemos un compromiso de amor con la hermosura y un compromiso de sangre con nuestro pueblo. Gracias.Alberto Morlachetti