Saigón, la contradictoria.
Enrique "Jarito" Walker.
...Escenografía: edificación sin personalidad. La casa media es monótona, sin estilo, mediocre. Típica construcción francesa, pero sin encanto. Si uno baja la vista, se olvida de la arquitectura: barricadas, bolsas de arena, alambres de púa, soldados, ametralladoras, morteros y granadas... La guerra.
Ya le estamos tomando sabor a la cosa. Vamos a meternos un poco más. Saigón hoy es una ciudad que desborda habitantes. Todos los refugiados, que se calculan en unos 300 mil, buscan la dirección del centro de la ciudad. Pagodas, escuelas, iglesias católicas, todo sirve para albergar a estos desterrados.. Las calles están sofocadas de tránsito. A mediodía es imposible transitar... Peor que el peor momento de Nueva York. Los, medios de locomoción son las bicicletas, motonetas, rick-shaws modernos con tracción a motor, y los insoportables taxis: todos Renault, todos del mismo año... 1950 más o menos... Usted se debe de acordar de ellos, los chiquitos, creo que fueron los primeros coches pequeños que se hicieron. Bueno, todos los taxis son así. Y cuando llueve y se inunda Saigón... (sí, Saigón se inunda siempre que llueve, los desagües son malísimos y el chiste de algunos americanos es decir que los cuerpos de los vietcongs han taponado las cañerías), todos estos Renault se quedan con el distribuidor mojado taponando las calles y nadie puede avanzar. Y para completar el panorama de la calle falta indicar las permanentes patrullas de los policías militares, los ininterrumpidos "maullidos" de las ambulancias que se dirigen al continuo tiroteo entre aliados y vietcongs en algún lugar de la ciudad. Y los camiones llevando soldados silenciosos y armados hasta los tobillos para algún otro punto peligroso.
El centro de la ciudad es fácilmente identificable. Una plaza con el monumento de soldados en actitud de lucha es el homenaje de Saigón al soldado desconocido. Frente, el Congreso, y a los costados, el tradicional y muy indofrancés Continental Palace Hotel y el moderno y casi grotesco Caravelle Hotel. Del otro lado de la plaza, el Centro Vietnamés de Prensa, y en diagonal, el Juspao ( Joint U: S: Public Affairs Office), donde se "cocina" toda la información de los acontecimientos para el periodismo. Si alguien alguna vez dijo que esta guerra estaba hecha pensando en los cierres de los diarios, bueno, estoy de acuerdo. (...)
Desde el Continental al río hay cinco cuadras. En cada una de esas cuadras habrá más o menos ocho "coperías" repletas de mujeres que conocen básicamente el inglés, y con él gritan a los peatones para que pasen a conocer los secretos del amor oriental a más o menos 15 dólares la experiencia. Y uno les toma lástima a estas mujeres, pues todo les ha salido mal. El año pasado Tu Do era la calle más famosa de Indochina y el único lugar donde iban los soldados. Tal afición le tomaron que se convirtió en un escándalo de proporciones. Ahora sólo soldados con permisos especiales pueden caminar esas cinco cuadras.
La segunda sacudida fuerte fue después de la invasión del Tet, cuando se impuso el toque de queda. Ahora uno camina a las 10 de la mañana por Tu Do y ya están "trabajando". Claro, el día se les ha achicado enormemente, y la noche ya no existe. Ahora tienen horario de oficina..., increíble. El toque de queda también perturbó toda la alegría de esta ciudad. Siete de la tarde significa silencio total. Saigón es un desierto y hace recordar esas películas de ciencia- ficción cuando nos invaden los marcianos y no queda nadie vivo. Todo el mundo a casa. (...)
La filosofía de la gente de Cholón es más o menos así: son casi todos chinos, se odian con los vietnamitas y desde afuera de su país siempre obedecen al que manda en China. En China ahora manda Mao, son maoístas. Mao es amigo de Ho Chi Minh, entonces ellos están a favor de Vietnam del Norte y como consecuencia colaboran con los vietcongs, así como esto de sencillo.
No es nada sencillo el modo de vida de allí. Los vietcongs tienen un sueño que están desde hace algún tiempo tratando de cumplir: dividir Saigón de Cholón y aquí implementar un gobierno revolucionario y paralelo al de Saigón. De esta manera tendrían a Saigón a su alcance y muy en jaque.
Charlando de esto con un mayor americano de la inteligencia, su apellido es Greene, me dijo que la única solución para el problema Cholón es sacarlo del mapa. Le pregunté porque no lo hacían y me respondió que eso era decisión de los vietnamitas y que ellos no podían hacer nada. Los vietnamitas, desde ya, no quieren hacerlo. Y los vietcongs, desde hace más de un mes, tratan de apoderarse del "Y Bridge", el puente que en la parte sur divide a Saigón de Cholón.
Cuando uno se mete en ese barrio, la escenografía a que está acostumbrado desaparece. Y el argentino desprevenido se da cuenta de que no todos los asiáticos son iguales. Los chinos son más "achinados", más grandes, las mujeres tienen busto mucho mayor que las vietnamitas, son más gordas. Y todo es distinto. Más sucio, menos privado, no hay qué admirar. Esto viene a ser algo así como nuestras villas miseria. Hombres tirados en las calles, chicos haciendo sus necesidades en cualquier lado, mujeres comiendo sus alimentos pestilentes ahí, a la vista de todos, ropa sucia, rota, colgando de las ventanas. Ventanas pequeñas, apretadas. Miradas cargadas de odio.
"Nunca se queden quietos en ningún lugar de Cholón. Siempre estén en movimiento", es la advertencia de los americanos.
Cholón está rodeada de ríos. Y allí, sobre esos ríos está la peor parte: las casuchas de madera construidas sobre las orillas de esos ríos. Por allí se meten los vietcongs, y allí, debajo de esas aguas, pueden estar días enteros respirando con cañas de bambú. Pero eso sucede poco. Solamente cuando son perseguidos. En general reciben ayuda de los pobladores, así que no necesitan de estas técnicas.
Cholón, además, es la capital del vicio. Allí, durante los tiempos de paz, existen "clubs del vicio", muy oficiales, muy turísticos, visitados por occidentales,
En esos clubs se da de todo. Todo. Absolutamente todo cuanto la imaginación del hombre pueda crear. Desde la droga más deseada hasta prostíbulos infantiles. En medios oficiales, pero muy "off de record", se cree que el encargado de negocios de la embajada de Alemania estuvo en uno de estos clubs antes de ser asesinado, hace cosa de un mes, pocos días antes de la muerte de Ignacio Ezcurra. Otro de los chimentos que corren por Saigón referidos al vicio es que el vicepresidente de la República de Vietnam, Cao Ky, debe su fortuna a sus boites y night-clubs de Saigón. Algunos van más lejos: dicen que la que hizo la fortuna fue la madre de Cao Ky, cuando logró entrar en el país dos toneladas de opio. Lo desesperante es que nadie me lo desmintió en toda mi estada. Algunos sonríen, pero todos dicen por lo menos haber oído de buena fuente el chimento.
Otra de las particularidades de esta ciudad y su modo de vida la constituyen los sexos. En rueda de periodistas, comenté que para tener suerte en Vietnam hay que nacer mujer. Todos estuvieron de acuerdo. Los hombres han sido dejados de lado y están terriblemente acomplejados, pues las mujeres efectivamente manejan el país. Desesperado por no conseguir una entrevista a Cao Ky, le conté al secretario de prensa de Juspao, Paul Rappaport, cúales habían sido mis contactos. Todos masculinos y todos oficiales. " En este país las cosas se hacen de otro modo. Si no te fueses tan pronto yo te podría conseguir esa entrevista. Aquí las cosas toman tiempo, pero salen. Mirá, hay una mujer en la calle Tu Do que es gran amiga mía. Le hace todos los vestidos a la esposa del presidente Thieu. Yo le podría hablar y ella a su vez le hablaría a la presidente, que a su vez le hablaría a la esposa de Ky. Y las cosas salen. Te digo porque ya lo he hecho antes..."
Cuando llegué a Saigón lo primero que vi fue humo negro. Diez días más tarde, ya sobre el avión que nos traía de vuelta, pasamos por Gia Dinh, un barrio muy cerca del aeropuerto, Tanso Nuh, vi las llamas de varias casas ardiendo. Vietnam está en guerra. Pero Saigón convive de una manera muy extraña con esa guerra. El peligro está latente, pero nadie parece hacerle caso. Y detrás de la guerra vive esta ciudad. Esta ciudad oriental y exquisita, pero a la vez sucia. Bella, pero corrupta. Simpática, pero hostil y peligrosa. Quizás sea la guerra la que provoque el nombre de Saigón, "La contradictoria". Quizás.