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Economías de enclave en la cuenca Amazónica y la región del Chaco: los ciclos del caucho y el tanino.
Por Silvia Simois de Bayon
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Ciclo del caucho - Condiciones de producción - Explotación del tanino en la región del Chaco - Producción del tanino: La Forestal - Condiciones de trabajo - Conclusión - Bibliografía -
Entendemos por economías de enclave aquellas que se localizan en determinadas regiones, explotando intensamente un solo producto mientras dura la demanda del mercado, utilizando mano de obra explotada y barata. Al finalizar la demanda deja poco o nulo provecho para el país donde se desarrolla, pues no existe reinversión ni diversificación de la economía, ni genera un mercado regional de producción y consumo. Las ganancias contribuyen al crecimiento de las fortunas personales de los productores, mientras el Estado tiene escasa o ninguna intervención más allá de la captación de ingresos fiscales.
En ese sentido analizaremos la producción del caucho en la cuenca del Amazonas y del tanino en la región Chaqueña.
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Ciclo del caucho en la región Amazónica. A fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, la cuenca amazónica se incorporó al mercado mundial a través de la exportación de caucho. Las zonas de producción fueron:
- Los estados de Pará, Amazonas, Piauhy y Matto Grosso en Brasil.
- El departamento de Loreto en Perú
- La región oriental ecuatoriana.
- El territorio del Caquetá y el Putumayo en Colombia.
- El territorio Nacional de Colonias, el departamento del Beni y el territorio del Acre en Bolivia (éste último cedido al Brasil en virtud del convenio de 1902).
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Extracción del caucho de la siringueira (Haveas brasiliensis)
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Antes del desarrollo del caucho sintético, el natural se obtenía de un árbol natural de los trópicos americanos (Méjico, América Central y cuenca del río Amazonas) cuyo nombre científico es Hevea brasiliensis, conocido también como siphonia elástica; los brasileños la denominaron "siringueira". Los árboles pueden alcanzar entre 30 y 40 metros de altura con un diámetro de hasta un metro y su savia es el látex que más tarde se convertirá en caucho por un proceso industrial.
El primer uso industrial del caucho se debe al químico inglés Priestley que en 1770 observó que servía para borrar trazos de lápiz. Ya en el Siglo XIX, Charles Mackintosch obtuvo la disolución de la goma en esencia de hulla, lo que hizo posible su utilización en vestimentas impermeables. Pero la demanda en gran escala sobrevino cuando Charles Goodyear inventó en 1839 el proceso de vulcanización.
Fotografía obtenida en www.goodyear.com
Tanto en EE UU como en Europa se la utilizaba tanto en la industria textil (impermeables, cinturones) como en la de zapatos, instrumentos quirúrgicos y de laboratorio, y para revestir los aros de las ruedas de los vehículos desde 1850. Hacia 1890, la técnica de la vulcanización fue perfeccionada por Dunlop permitiendo la producción de neumáticos para la nueva industria automotriz. El desarrollo de la misma hizo crecer la demanda de goma elástica en grandes proporciones.
Apareció entonces una gran oportunidad para la cuenca amazónica que contaba con enorme cantidad de yacimientos naturales de Hevea, convirtiéndose rápidamente la región en el proveedor más importante del mercado mundial, situación que mantendría hasta que la producción inglesa de Asia logró superarla en cantidad de producción y bajos precios en la década del 30.
La explotación se efectuó en todos los países arriba mencionados, utilizando más o menos las mismas pautas: explotación intensiva de la materia prima orientada a la exportación, localizada en amplios territorios sin controles del Estado y prácticamente ningún beneficio para la economía nacional, explotación abusiva de la mano de obra mayoritariamente indígena, sometida por el sistema de enganche, y ganancias enormes para un grupo, los denominados "barones del caucho", quienes formaron sociedades constituidas en el extranjero, sobre todo en Gran Bretaña.
La importancia que esta producción adquirió en la primera década del Siglo XX puede visualizarse rápidamente si decimos que para 1910 constituía para Brasil el 40% del total de sus exportaciones, para el Perú el 30% y para Bolivia el 22%. Para Colombia y Ecuador no formaban una porción significativa de sus exportaciones.
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Condiciones de producción.
En todos los casos re realizó con procedimientos rudimentarios. La extracción del látex era realizado por los llamados "siringueiros", quienes a punta de machete abrían senderos o estradas en la selva. Las áreas explotadas se encontraban en todos los casos cerca de los cursos de agua, para permitir la salida del producto navegando los diferentes ríos de la cuenca del Amazonas. Las estradas podían tener entre 4 y 6 kilómetros y en cada una se construían los "barracones", especie de unidades productivas donde vivían los trabajadores, muchas veces controlados por un capataz al mando de hombres armados, quienes eran los encargados de controlar el trabajo, pero sobre todo evitaban fugas e imponían castigos cuando no se cumplían las cuotas de corte asignadas. Podía darse también el caso de que el trabajador edificara su propia choza para vivir en la estrada, aunque tuviera que dirigirse a la barraca de la compañía para aprovisionarse, pero siempre dentro de la selva.
El látex se obtenía haciendo incisiones con el machete en los troncos de los árboles, y recogiéndolo en cubos que llevaban atado de la cintura. Ya en la barraca, el siringueiro preparaba las bolachas, bloques semi-cilíndricos que se almacenaban esperando que llegaran los lanchones para transportarlos con destino final el puerto de exportación, Manaos o Belén en Brasil.
La falta de mano de obra disponible en la región obligaba a buscarla fuera de ella. El método utilizado se conocía con el nombre de enganche. Los grandes propietarios de gomales contrataban enganchadores que recorrían las poblaciones ofreciendo sumas de dinero y mercancías (conocidos como habilitaciones) para captar peones y transportarlos hasta los lugares de trabajo. Una vez en la selva, el trabajador debía comprar todo lo que necesitaba (herramientas, comestibles y bebidas) en las tiendas que los habilitadores tenían en la zona de barracas, a precios exorbitantes que perpetuaban el endeudamiento. En principio, comenzaba debiendo el pasaje desde su lugar de origen y debía comprar las herramientas a crédito. Y si esto no bastaba, siempre quedaba el recurso del manejo de las cuentas por parte del patrón, aprovechando que eran analfabetos. Mientras tenían deudas, no podían dejar el trabajo y en general existía el compromiso entre los patrones de la zona para no dar trabajo a quienes no tuvieran saldadas sus cuentas con el patrón anterior.
El sistema era perverso no sólo porque convertía al siringueiro prácticamente en un esclavo sin libertad para vender su fuerza de trabajo, sino por que además se ejecutaba deliberadamente para evitar que acumulara reservas y se fuera. En una zona donde la mano de obra era escasa, el sistema del endeudamiento garantizaba la continuidad de la producción. Gamarra señala que la relación laboral así establecida era atípica y la denomina "peonaje por mercancía", ya que de ninguna manera podemos hablar de peones asalariados.
En el caso de Colombia, las torturas y el asesinato de indios era moneda corriente. La prensa de Iquitos denunció frecuentemente las duras condiciones de trabajo en el Putumayo, que fueron reproducidas por la prensa londinense. En 1909, se comisionó al cónsul inglés en Río de Janeiro para que visitara la región y realizara un informe al Parlamento. El mismo concluyó que en doce años se habían producido 4.000 toneladas de caucho por un valor de 1.500.000 libras esterlinas, pero cuyo costo había sido la vida de cerca de 30.000 indios. La publicación del informe produjo la caída de la producción en el Putumayo y de la . (fundada por el peruano Arana pero con mayoría de directores británicos) que controlaba 6.000 kilómetros cuadrados de territorio colombiano.
Las condiciones de trabajo en Bolivia y en Brasil parecen no haber sido mejores. Las denuncias sobre las atrocidades cometidas en el Putumayo, hizo que otras compañías caucheras registradas en Londres fueran investigadas. En el caso boliviano, la más importante era la Casa Suárez Hnos. J.Valerie Fifer cita un informe del Ministro de EEUU en Bolivia al Depto de Estado, en el que manifiesta: "Aparentemente existe más demanda de mano de obra esclavista en el Beni que en el Putumayo; y en la región del Beni hay un poco menos de ilegalidad. Se dice que los indios tienen un precio de mercado en el Beni (Suárez Hnos.) de $ 80 o 1.000 Bs. Este alto valor y la relativa escasez de mano de obra esclavista en Bolivia hace antieconómico a los grupos dominantes, el trato considerado a la vida humana". La cita es elocuente sobre el valor de la vida de los indios en el sistema productivo a que hacemos referencia.
Pese a las denuncias, y como era dable esperar, la explotación del caucho continuó en las mismas condiciones y, aún en aquellos países en que se intentó una tímida legislación protectora de los trabajadores, las leyes no se cumplieron. El poder y la influencia política de los "señores del caucho" les permitía comprar voluntades, incluso darle préstamos a los gobiernos y desconocer las leyes.
Lo cierto es que la debacle de la producción cauchera de la cuenca amazónica no se produjo por mejorar las condiciones de trabajo o los salarios de los siringueiros. A pesar de la prohibición de sacar semillas del país, en 1873 algunas fueron llevadas clandestinamente a Londres desde Brasil y sembradas en el Jardín Botánico de Kew. Más tarde, las plantas se transportaron a Singapur y Ceilán donde dieron origen a plantaciones explotadas racionalmente y con otros recursos técnicos y capitales de inversión, las cuales desbancarían en poco tiempo a la Amazonia del mercado. Ya para 1919 de una producción mundial de 423.000 toneladas, al Oriente le correspondieron 382.000 toneladas.
El colapso fue rápido por la caída internacional del precio de la goma. En pocos años, la producción cesó o dejó de ser cuantitativamente importante. Las ciudades que habían crecido al amparo de la riqueza fácil de los siringales se despoblaron, y los hombres quedaron librados a su suerte.
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Como mudo testigo de su momento de esplendor queda el teatro Amazonas de Manaos (capital mundial del comercio del caucho) construido en el medio de la selva a precio descomunal y en cuya inauguración cantara el famoso tenor italiano Enrico Caruso |
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Los Estados involucrados poco o nada obtuvieron, precisamente porque no participaron del verdadero negocio del caucho: la financiación, la comercialización y la industrialización, que quedaron en manos de compañías extranjeras. Los costos de la desmesura sin duda se pagaron en miles de vidas de indios "siringueiros" y la destrucción del equilibrio ecológico de la región.
Los "barones del caucho" por su parte, seguramente no esperaron que su gloria fuera tan efímera: sólo supieron ver la posibilidad de ganancia rápida por medio de un producto que parecía inagotable..
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Explotación del tanino en la región del Chaco
La explotación del quebracho colorado en la región del Chaco correspondiente a Paraguay y Argentina, es otro ejemplo del tipo de economía extractiva y destructiva operada sobre un recurso natural casi no renovable.
En el caso de la porción argentina de la región, hacia 1870 el hombre blanco había ocupado solamente el borde oriental del río Paraná. Pero ya para 1920, toda la provincia estaba bajo el control del Estado nacional gracias a la acción de sucesivas campañas militares. La del Gral. B. Victorica en 1885 tuvo dos resultados: por una parte permitió que las tierras ubicadas a lo largo del Paraná hasta más o menos 60 km de la costa pudieran ser entregadas en propiedad o arriendo, mientras por otra obligó a los aborígenes de la región (tobas, mocovíes, matacos, vilelas) a retirarse al interior para subsistir con su economía tradicional. El centro-oeste chaqueño terminó de incorporarse productivamente después de la campaña militar de 1911, que concluyó con una completa derrota de los aborígenes que aún resistían, los cuales debieron asentarse en la Reducción Napalpí creada por el gobierno o en las misiones religiosas de los franciscanos, donde serían disciplinados en el trabajo agrícola, o bien debieron adaptarse al trabajo asalariado en obrajes madereros o ingenios azucareros.
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Desmalezamiento del quebracho antes de talarlo
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Lagos señala que si los aborígenes chaqueños se salvaron de la extinción absoluta fue porque eran conocidas sus aptitudes para el trabajo y, por lo tanto, eran de interés económico para el desarrollo de la región. El discurso oficial de la "integración" a la "civilización" ocultó la necesidad de mano de obra barata, que conocía el territorio y estaba aclimatado a él. En los aborígenes se encarnó la esencia del atraso o la "barbarie" y, por tanto, había que traerlos a la "civilización" y el progreso. Integración significó entonces incorporación forzada de los valores del hombre blanco, es decir, aculturación.
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Se suponía que quien debía ocuparse de ello era el Estado, protegiendo a los considerados incapaces, ignorantes, con estatuto de minoridad. En la práctica, el Estado no sólo no fue paternalista sino que fue opresor, disciplinándolos por acción a fuerza de campañas militares, o por omisión al desentenderse del problema. Por eso, violencia mas segregación, mas discriminación fue la realidad que se impuso al discurso "integrador" .
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Producción del tanino. La Forestal
El viajero francés Huret señala que hacia fines del Siglo XIX los europeos descubrieron la riqueza del quebracho colorado en tanino, que superaba a otras especies que se utilizaban en ese momento (encina de Polonia y Austria, castaño de Francia) y en EE UU (Hemlock, una variedad de la encina).
Portales y Cia. y Harteneck y Cía. eran las principales concesionarias de bosques en el N. de Santa Fe y desde las últimas décadas del Siglo XIX exportaban rollizos de quebracho a Europa y los EE UU, donde luego se fabricaba el extracto de tanino. También se comercializaba en Argentina para la fabricación de durmientes de ferrocarril, muelles, postes para cercados, etc. Harteneck inauguró su propia fábrica de tanino en 1895.
En 1902 ambas compañías se fusionaron creando La Compañía Forestal del Chaco, organizando una industria a gran escala, pero también delineando la forma y método de la explotación del quebracho colorado, irrumpiendo en un medio virgen e incorporando costumbres desconocidas y creando una industria, vinculada a la explotación intensiva de un recurso natural no renovable en lo inmediato. En 1905, necesitada de capital de inversión para tener sus propios barcos y ferrocarriles de transporte, además de nuevas fábricas, crearon una nueva compañía en Londres con un capital de un millón de libras esterlinas en acciones. Nació The Forestal Land, Timber and Railways Company Lt., conocida más popularmente como La Forestal .
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Taller y personal de la fábrica de tanino de Villa Guillermina
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La compañía estaba organizada para monopolizar la industria del tanino, dominando el mercado nacional y participando activamente del internacional, y en su desarrollo adquirió la mayor parte de las otras compañías del ramo hasta convertirse en la más importante del país, con obrajes en las provincias de Santa Fe, Chaco y Formosa, llegando a poseer 2.100.000 hectáreas de tierras entre propias y arrendadas.
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Se trajeron técnicos y administradores ingleses, pero no se permitió ningún plan de colonización agrícola dentro de su territorio. La discreción con que actuaron dentro de él estuvo en relación directa con la falta de supervisión y control por parte del Estado.
La visión de J. Huret , quien visitó los dominios de "la poderosa Cía.", es muy interesante porque describe las fábricas existentes, la más importante ubicada en Villa Guillermina con una población de 5.000 habitantes en plena selva, que tenía luz eléctrica. Además la empresa poseía 300 km de ferrocarriles que enlazaban las diferentes áreas de explotación con las fábricas y con la línea principal del Ferrocarril de Santa Fe. Tenían su propia flota de buques y remolcadores que comunicaban con el puerto de Buenos Aires.
Hora de almuerzo de los empleados de la fábrica de tanino de Villa Ana en 1930
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Describe también los quebrachales, con árboles de entre 4 y 10 metros de altura y que necesitaron un siglo para su pleno desarrollo, por que el tronco engrosa sólo unos pocos milímetros por año. Según afirma, un ejemplar centenario proveía sólo dos o tres durmientes.
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Condiciones de trabajo
Las maravillas de progreso que describe el viajero francés se construyeron, sin embargo, sobre la explotación de los peones obrajeros y los obreros de las fábricas de tanino.
En el caso de los peones, el trabajo se realizaba en bosques donde había diferentes especies además del quebracho colorado, y al que había que entrar a punta de machete lidiando no sólo con la posibilidad de accidentes sino con el clima ( cálido y húmedo), además de las picaduras de insectos y ofidios, más las posibilidades de contraer enfermedades como la malaria. G. Gori lo denomina "trabajo asesino y brutal". Si bien eran valorados por su rendimiento en el trabajo, estuvieron desamparados por las leyes y sometidos al arbitrio de capataces y contratistas.
Los trabajadores eran contratados indirectamente por La Forestal a través de contratistas; la empresa respondía por accidentes de trabajo y les entregaba materiales para la vivienda. El contratista los llevaba al monte, muchas veces acompañados de sus familias y se le fijaba el salario según la cantidad de madera puesta en condición de ser transportada. Les pagaba con vales y estaban obligados a comprarle todo lo que necesitaran (herramientas, alimentos, ropa, etc), que a su vez aquél debía comprarle a La Forestal. Los precios abusivos que se cobraban adentro de los obrajes implicaron en la práctica que los vales volvieran a manos de los contratistas sin que mediara entrega de dinero, es decir, pago en moneda por el trabajo realizado. Como no se permitía el ingreso de comerciantes libres dentro de los dominios de la Cía. ésta se aseguraba ser la única proveedora y por tanto, ganancia extra. Incluso en muchos obrajes se los incitaba a gastar y se fomentaban los vicios – juego, bebidas – para que estuvieran siempre empeñados.
Bialet- Masé asienta en su "Informe..." que la explotación del indio en el Chaco era todavía más brutal que la del hombre blanco: se le pagaban salarios más bajos, se les robaba en el peso de la madera cortada y las proveedurías les cobraban más caro. Llega a decir que tal vez fuera mejor que no existieran "los establecimientos poderosos y de gran producción" que son en sí mismos pequeños estados "despóticos y monárquicos" que se desarrollan dentro de una República. Estos incluso supervisaban el nombramiento de los jueces de paz, que eran quienes supuestamente debían defender a los trabajadores de los abusos de las empresas.
Además, los peones no tenían libertad de trabajo, porque sólo podían trabajar para contratistas de la empresa y si no, debían salir de sus tierras.
Los obrajes se poblaban transitoriamente, pues agotada la tala los trabajadores eran llevados a otros sitios. Familias enteras se cargaban en vagones de trenes para reiniciar el ciclo en otro lado, viviendo en ranchos improvisados con troncos, ramas y cueros.
Como vemos, también en los obrajes madereros chaqueños la relación laboral era el peonaje por mercancía.
Las revueltas sociales de 1921 en Villa Ana y Villa Guillermina, que fueron acalladas por los hombres armados de la empresa y la gendarmería, atestiguan la existencia de incipientes focos de resistencia, rápidamente exterminados. La introducción de destroncadoras mecánicas a partir de la década del 20 obligaron a muchos peones a emigrar hacia las zonas de producción de algodón y caña de azúcar.
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Escenas del film argentino "Quebracho" (16-5-1974) - Dirección: Ricardo Wullicher - Guión: José María Paolantonio
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Creemos que la Forestal debería haber quedado en la memoria colectiva como un símbolo de la acción de empresas que bajo el barniz del progreso, la inversión de capitales y la creación de puestos de trabajo, no dejan más que pobreza y atraso porque exportan los enormes beneficios obtenidos a sus casas matrices. Pero convengamos en que, si pudieron hacerlo contaron con la complicidad de un Estado que dejó hacer, perdido en la maraña de los beneficios del libre mercado.
La ocupación del Chaco paraguayo se produjo después de finalizada la guerra de la Triple Alianza, sobre todo en la margen derecha del río Paraguay y con dos producciones básicas: ganadería y explotación del quebracho colorado.
Entre 1885 y 1925 se desarrollaron poblaciones al amparo de la producción del tanino, la mayoría de ellas extendiendo su esfera de influencia en las zonas perpendiculares al río, y se tiraron líneas férreas que se internaban en el interior buscando nuevos montes de quebracho. Como en el caso argentino, las extensas propiedades funcionaban como unidades de producción autónomas, relacionadas con el mercado de exportación y donde el Estado tuvo poca incidencia.
Hacia 1930 las principales poblaciones ubicadas sobre la costa del río Paraguay, al norte de Asunción y que concentraban la actividad de exportación de rollizo y tanino eran: Puerto Cooper, Puerto Pinasco (que producía el 40 % del total de tanino exportado por el país), Puerto Casado (que fue el primer establecimiento industrial y cabecera de la mayor propiedad, perteneciente a la familia Casado. Tenía la infraestructura más importante y un ferrocarril de 180 km que penetraba en su territorio) y Puerto Sastre (con una superficie de explotación de 375.000 ha, planta taninera y ferrocarril).
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Billetes y monedas utilizados por La Forestal
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Las condiciones de trabajo en los obrajes paraguayos reproducían los métodos de la región chaqueña argentina: explotación de mano de obra indígena, pago con vales, inexistencia de legislación protectora y de injerencia del Estado por la fuerte influencia política de los llamados "barones del tanino".
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Conclusiones
Esta etapa de capitalismo agrario puede ser analizada en el contexto de la ocupación del territorio. La producción de tanino implicó la ocupación del espacio chaqueño tanto en Paraguay como en Argentina, espacio que de ningún modo estaba vacío antes de la llegada de los blancos; por el contrario, estaba poblado por diferentes pueblos indígenas que fueron utilizados como mano de obra barata en esa y otras explotaciones, como la caña de azúcar y el algodón. Hablamos de ocupación como puesta en marcha de una producción orientada al mercado externo, que no pudo sobrevivir como tal a partir de la aparición de productos sintéticos hasta extinguirse prácticamente en la década del 50, reconvirtiéndose en industria maderera.
El caucho de la Amazonia, al contrario, no dejó nada. Su saldo más nefasto son las enormes pérdidas humanas, matanzas y cacerías de indios que produjo la desaparición de pueblos enteros.
A favor de éstas economías de enclave puede decirse que permitieron el reconocimiento del espacio geográfico, que se delimitaran fronteras y se establecieran retenes militares en la selva. Algunos poblados se convirtieron en ciudades efímeras, pero tuvo un efecto poblador y afirmó los derechos a los territorios de los países involucrados.
Con respecto al poder regulador del Estado, poco se ejerció en ambas regiones. El proyecto liberal de exportación de materias primas tenía necesidad de la ocupación de tierras a como diera lugar y el problema del aborigen nunca tuvo la entidad suficiente para detener ese proceso. Por eso, no existió la voluntad de intervenir para mejorar las condiciones de trabajo, donde a la explotación de un trabajo brutal e insalubre se le sumó el pago con vales y el enganche por deudas, que convirtió a los trabajadores en verdaderos esclavos, impidiéndoles vender su fuerza de trabajo libremente en un mercado donde escaseaba y donde hubieran podido obtener salarios más altos en función de la situación misma de la región. Tolerar esta situación - y aún justificarla- convierte a los grupos dominantes que moldearon Estados a su medida, en cómplices de la enorme pérdida en vidas humanas, de la depreciación del ecosistema y del atraso a que condenaron a la región chaqueña y a la cuenca del Amazonas.
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Bibliografía
Bialet-Massé, Juan, Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo/1, Bs As, CEAL, 1985.
Bonilla, Heraclio, Estructura y eslabonamientos de la explotación cauchera en Colombia, Perú, Bolivia y Brasil, en DATA, Revista del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, N° 4, 1993
Borrini, Héctor R., La colonización menonita en el Chaco paraguayo, en: NORDESTE, 2° época, N° 9, Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 1998
Cardoso, Ciro y Pérez Brignole, Héctor, Historia económica de América Latina, tomo 2, Barcelona, Crítica, 1984
Caio Prado Junior, Historia económica del Brasil, Bs As, Futuro, 1960
Iñigo Carrera, Nicolás, La colonización del Chaco, BsAs, CEAL, 1983
Gamarra, María del Pilar, La participación estatal en la industria de la goma elástica. Legislación fiscal y economía gomera, en DATA, Revista del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, N° 4, 1993.
González Casanova, Pablo, América Latina: historia de medio siglo, Mexico, Siglo XXI editores, 1986
Gori, Gastón, La Forestal, Bs As, 1968
Lagos, Marcelo, La cuestión indígena en el Estado y en la sociedad nacional. Gran Chaco, , Unidad de Investigación en Historia Regional, Fac. deHumanidades y Ciencias Sociales, Univ. Nacional de Jujuy, 2000
J. Valerie Fifer, Los constructores de Imperios: historia del auge de la goma en Bolivia y la formación de la casa Suárez, en Historia y Cultura 18, Octubre 1990, La Paz (Bolivia), Sociedad boliviana de Historia, 1991
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Por Silvia Simois de Bayón
Fotografías: http://www.laforestal.com/ y http://www.cinenacional.com/ a ellos nuestro agradecimiento.
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