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Cine

 

Desde el infierno

Una Película de los hermanos Albert y Allen Hughes

 
   

Descubrir la identidad de alguien que gusta firmar sus cartas desde el infierno, además de degollar prostitutas y solazarse con la sangre, es saber quién fue Jack el Destripador. Esto es lo que se propusieron los hermanos Albert y Allen Hughes al dirigir la película que recrea la historia londinense de 1888. Los personajes principales son llevados con gracia, encanto y talento por Johnny Deep, Heather Graham y Ian Holm. La atmósfera es tan perfectamente oscura y fantasmagórica que bien podría ser la envidia de Tim Burton. Y el enigma no queda resuelto pero sí sospechado. El inspector Fred Abberline (en la piel de Deep) es un fumador de opio profesional, que suele tener (a la manera de Frank Black, el protagonista de Millenium) visiones del asesino. Detrás de su vida solitaria se oculta una gran necesidad de reencontrar el amor, de ahí la presencia de Mary Kelly (Graham) una mujer obligada a venderse para escapar de la miseria, que se enamora de él. Hasta ahí la trama de la historia secundaria, contada en un Londres hediondo en donde la mayor parte de la población vive en la pobreza. La trama principal se centra en las múltiples pistas que podrían llevar al asesino: un carnicero, un cirujano, un judío, un miembro de la Corona, un masón. Lo mejor del film transcurre por estos oscuros caminos en donde siempre es de noche: el espectador es obligado a pensar y a atar cabos, sacando conclusiones y tomando partido. Aunque no todo se dirima entre buenos y malos, los hermanos Hughes también muestran una lectura social del asunto, con ricos y poderosos ajenos a las penurias del resto, dueños de la impunidad, la justicia, la ciencia y la vida humana (es interesante prestar atención al tratamiento de la locura que se practicaba en la época). Porque Jack el Destripador era un asesino culto, hábil con el instrumental quirúrgico y con una marcada obsesión por matar a todas las prostitutas de Whitechapel, dejando un claro mensaje para las que osaran atreverse a seguir tentando a los hombres. Una pista que los Hughes no tomaron pero que podría indicar un insospechado amor por los caballeros, devenido de una madre dominante y un padre temido: todo un banquete para el psicoanálisis. ¿El balance? Una extraordinaria película de espanto tolerable, con toques de buen gusto y preguntas sin responder, que dejaría satisfecho al propio Destripador.

Por Carola Chaparro