La clave de los amores humanos

 

Doscientos días de pasión


En tiempos menos civilizados que éstos, el deseo era casi una definición científica. Jonás de Orleáns, en el siglo IX (plena Edad Media), dice que la "honesta copulatio" era la relación sexual con objetivos procreativos, dejando claro que eso implicaba además la fidelidad absoluta entre los cónyuges.
Para los cristianos era Satanás quien se ocultaba detrás de cualquier erección prohibida. Incluso dejaron una buena lista de los peores pecados: fornicación, bestialismo, sodomía, relaciones orales, masturbación, incesto y homosexualidad.
¿Y cuándo "se podía hacer" entonces? Siguiendo el calendario cristiano, los días que quedaban una vez eliminadas algunas fechas importantes: tres días antes del domingo, las cuaresmas de Pascua y Navidad y los días de fiesta. Así, el matrimonio tenía unos 200 días para prodigarse amor, sin perder de vista las poses y actitudes prohibidas.

La Grieta - Hnos. Schutten

Que sepa coser, que sepa bordar...

¿Qué lugar le reservaban los lechos a la mujer, con estas perspectivas?
- Las mujeres homéricas (allá por el 1300 antes de Cristo) fueron relativamente libres y tuvieron influencia sobre el hombre. En Grecia Antigua, las prostitutas y las cortesanas eran consideradas superiores que las esposas.
- El Renacimiento comenzó a asociar el sexo con el amor, permitiendo un esbozo de romanticismo entre las sábanas.
- En el siglo XVIII la figura de Don Juan arruina el horizonte, transformando todo en un deporte.
- Pero faltaba lo peor: el siglo XIX y su victorianismo de hombres tímidos que prefieren a las mujeres virginales (según la Enciclopedia Británica de 1842, una mujer que era cortejada podía esbozar una "tímida, sonrojada y pequeña sonrisa" que demostrara sus sentimientos).
El golpe de gracia a la sexualidad femenina lo terminó de dar un cirujano general norteamericano, William Hammond, quien llegó a asegurar que las mujeres decentes no sentían placer sexual.
¿Cómo queda la psiquis de una dama después de esto?
La conclusión para las postergadas mujeres, luego de tantos siglos de esperas
infructuosas, bien podría ser esa consigna de muchos programas de decoración:
manos a la obra para deshacer tantos amores heridos, que hay que dejarse las
margaritas para la primavera de una vez por todas.

La Grieta - Hnos. Schutten

Por Carola Chaparro