Eduardo Enrique Grimoldi, psicólogo argentino que trata la problemática de personas desocupadas, nos da su visión sobre el nuevo mundo laboral. Asegura que el empleo terminó, descree de las soluciones individualistas y afirma: "trabajo sobra, falta el empleo..."
- ¿Cómo se presentaría para quienes no lo conocen?
- Mi nombre es Eduardo Enrique Grimoldi, estudié en el Colegio San José, posteriormente egresé de la Universidad Católica en el año 1970. Soy primo hermano de Alberto Grimoldi, uno de los ex-asesores de Martínez de Hoz, él está del lado del monopolio, yo en la vereda de enfrente. Soy pobre por fuera y rico por dentro; él es rico por fuera, pero pobre por dentro. Dice que no somos primos y por ello no tenemos contacto. Tenemos distintos abuelos; el mío es Enrique Grimoldi, él viene de otro abuelo: Alberto.
- Es un lugar común escuchar que a los argentinos no nos gusta trabajar...
- El argentino es muy trabajador, pero cabe aclarar que no todos saben hacerlo, no están preparados para las características que demanda el siglo XXI.
- ¿Por qué no saben trabajar los argentinos?
- Porque el argentino está buscando mucho el empleo, y lo que yo propongo tiene que ver con esta realidad: "el empleo terminó". Hablar de empleo, es hablar de la edad de piedra. El empleo con contrato, sueldo, jubilación, obra social y seguro finiquitó. Ahora es la hora del "¿yo qué sé hacer, cómo me puedo vender, a quién tengo que unirme y de qué manera?". No buscar quién lo contrata a uno, sino pensarse como empresa. Esto es un cambio de 180 grados en la mentalidad de la gente.
-¿Qué pasa con aquellos sistemas que preveen, y en un futuro proveerán ayuda o contención social?
- Algo que vengo promulgando desde hace mucho tiempo es que la jubilación se corta por algo muy lógico: Si hay tantos desempleados y tantos desocupados que no pueden pagar su jubilación, las cajas previsionales invariablemente quedarán vacías.

-¿Hay falta de trabajo?
No, lo que falta es el empleo, pero trabajo sobra. Es otra forma de trabajar, empleo no hay, pero trabajo sí.
-¿Esto se produce por una mala organización política?
- No creo que sea por eso sino por una consecuencia lógica que tiene que ver con un avance en la naturaleza social, en la informática, en la robótica y en la cibernética. Eso deja mucha mano de obra al margen con el agravante de la superpoblación. Todo esto origina lo que se denomina el tercer sector laboral en Europa, y las Organizaciones No Gubernamentales en Latinoamérica.
-¿Dónde quedan depositados los sistemas de contención social?
Tendría que haber un estado con fuertes redes de contencion social, esa es la función vital del estado, sobre todo en un país con una emergencia económica como a la que asistimos en la actualidad. De hecho, uno tiene que pensarse en un nivel de autonomía mayor. La protección se debe buscar en la unidad "o nos salvamos todos o nos hundimos todos". Esto viene enraizado en lo político, por ejemplo el "no te metás" del ´70 que ahora se materializa dentro de cada uno en "yo me tengo que salvar", pero se salvará si se salvan todos. Si su vecino se está hundiendo, el agua de la inundación le va a llegar a usted también. Por eso hay que pensar que "yo voy a estar bien en la medida en que los demás estén bien". Suena a místico o utópico pero es así, el individualismo es equivalente a egoísmo.
- ¿Usted cree que se puede llegar a generar esa salvación?
- Según los países y su idiosincrasia; en mayor o menor medida nos enteramos a diario de comunidades y de barrios que están empezando a hacer ejercicios orientados al desarrollo de alguna actividad, pero aún no perciben que "el generar dinero tiene que ver con los desarrollos autónomos". Los profesionales de la salud tienen que correrse de este sistema de medicina prepaga para formar un hospital comunitario que se solvente entre todos; esto está más difundido en Uruguay, donde, por ejemplo, un grupo de profesionales de la salud alquilan una casa, la reciclan y atienden a sus pacientes.
- ¿Usted cree que los trabajadores independientes pueden comprender la idea y llevarla a cabo?
- A mí me produce un poco de tirria la palabra "independiente", uno no puede ser independiente; independiente es Dios y así está solo también, en todo caso me gusta más la palabra "autónomo", porque independiente significa "yo me basto solo", ese es el mal de muchos argentinos, nos tenemos que dejar ayudar, tenemos que tomar conciencia que necesitamos del otro, "hasta el más poderoso depende", decir "yo soy independiente", es una ilusión que nos lleva a la destrucción del otro y a la autodestrucción porque nadie es omnipotente.
- Estos avances de la ciencia, ¿responden a un mero avance del conocimiento o tienen otras motivaciones?
- Es cierto que una máquina no se enferma ni hace huelga, entonces el sistema educativo tendrá que cambiar, deberá enseñar a pensar y preparar a los niños para el nuevo mercado laboral formando "creativos". Una vez me vino a visitar un muchacho con problemas de dinero, cuya ocupación era pasear perros, y pensaba qué más podría hacer: "Ese era el trabajo". El paseador de perros conocía a otra persona que fabricaba un pulguicida y, tal vez asociándose con un veterinario, la idea de formar una pequeña empresa podría prosperar. Lo que pasaba era que él creía que eso era una "changa" cuando en realidad era el "trabajo". Uno tiene que concretizarse porque la realidad es esa: Yo puedo ayudar a aquella persona que se quiere ayudar, que se deja ayudar y, sobre todo, que quiera reflexionar.

- ¿Qué pasa con los valores?
- Yo veo que entre nosotoros los valores pasan por la moral, y la moral es inmoral. La moral es lo prohibido, lo que puede y no puede cambiarse a través de los tiempos. Las leyes. ¿Qué es la ética? La solidaridad, el sentimiento de gratitud, el orgullo (no la soberbia), la humildad, eso es la ética, eso no cambia en ningún tiempo, y en ninguna civilización. Me interesa más que la moral.
- Cada vez hay menos tolerancia, mayor competencia... la perspectiva darwiniana.
- Lo entiendo, es la cultura occidental "yanqui", las que reza "voy a triunfar compitiendo contra el otro". Esta clase de competencia destruye al otro pero también lo destruye a uno, porque se queda solo. Existe otra clase de competencia que hace un mejor uso de la inteligencia, como el caso de las hormigas que compiten entre sí. El competir contra otro, lo convierte en el otro, lo que no implica de por sí una mejora. Sin entrar en terrenos de mística, se debe mejorar uno mismo día a día y no buscar ser mejor que el otro. Esta sociedad necesita del trabajo, pues está todo por construirse y, desde la perspectiva del crecimiento personal, podemos buscar nuevas posibilidades.
- ¿Cuál es la ingerencia que ejerce sobre nuestra sociedad el Fondo Monetario Internacional, existe un deseo de destrucción?
- No creo que sean tan tontos, si nos aplastan no podrán seguir sacándonos dinero. No sé quiénes son, pero tienen como fin el dinero y no como medio, el dinero es poder para ellos.
- ¿Poder qué?
- La idea central es: "La felicidad es un bien transable". Podríamos pensar si es posible ir al al supermercado y comprar un kilo y medio de felicidad o de tranquilidad. Poder lo que no todos pueden, consistente en el goce de las pequeñas cosas. Sería pertinente pensar si el dinero es un fin en sí mismo, no interesa el poder "puedo" por eso no interesa el poder. Tiene que ver con el tener afuera y el ser. Si yo me siento fuerte no necesito explotar al otro, pero si me siento débil, sí voy a hacer uso de la explotación.
- Usted habló del tercer sector laboral, ¿cuál es la solución para que sobreviva?
- El mundo empresario debe colaborar en esto a través de subsidios y el Estado debe eximir de impuestos a los empresarios que tomen mano de obra de este sector; y si no quiere tendrá que optar por hacer el mismo gasto pero en seguridad, además esa gente le va a poder comprar sus productos. Es el caso de Mercedes Benz de Alemania.
- ¿No sería una buena excusa para que evadan impuestos?.
- Macanudo, ¿prefiere que donen 5 y declaren 10, o nada?.
Por Marcelo Rebón