El arte: Opción de vida o muerte

Desde el momento en que el hombre apareció en el planeta, la necesidad de supervivencia lo llevó a interpretar de la manera más elemental la naturaleza y, por consiguiente, a sí mismo. A partir de ahí su actividad, hasta la más simple, lo impulsó a la creación de cultura.

En última instancia, la transformación de la materia trajo aparejada una natural interpretación de la misma, un conocimiento primitivo, simple: Pero no por eso menos esencial. Paralelamente, en la construcción de los objetos primeros nunca dejó de connotarse un sentido artístico. Esto lo podemos ver en todos los descubrimientos arqueológicos, desde las pinturas rupestres hasta los instrumentos más simples que el hombre fabricó para su vida.

Pintura rupestre: Arte paleolítico - Cueva de Altamira - "Bisonte"

De alguna manera, todo este preámbulo nos lleva a constatar que el hombre, desde sus inicios, tuvo un concepto de estética; pero es indudable que por el sólo hecho de ser concepto, no existió antes de su presencia. Esto no significa que el sentido de la estética provenga exclusivamente del psiquismo humano, abandonando "a priori" la relación del hombre con su entorno. Es imposible pensarlo conceptualizando, sin la participación de la naturaleza, involucrando en la misma a los otros hombres.

El arte como actividad cognoscitiva

De alguna manera esto se puede ver en las manifestaciones artísticas más primitivas. "El arte, y en última instancia, el sentido estético, no pueden separarse de los actos de interpretar y conocer del hombre". Cualquier actividad humana y, por lógica conclusión, la artística, tiene implícita una actividad cognoscitiva.

Podemos decir que hasta de una forma instintiva, aunque parezca un contrasentido, el ser humano trató, desde tiempos remotos, de conocer los verdaderos procesos que determinaban la manifestación de la realidad. Si nosotros analizamos las interpretaciones primitivas, podremos constatar que ciertos conceptos como el de la Unidad del Cosmos y el de Movimiento Transformador, están presentes en casi todas las culturas. Hoy, después de siglos de evolución de las ciencias, es casi imposible negarlos.

En la actualidad no podemos dejar de tener en cuenta el concepto de equilibrio inestable y, por consiguiente, el hecho de que cuando éste se rompe, se establece otra relación de equilibrio inestable y así sucesivamente, conservando siempre, aunque distinta, la Unidad Cósmica.

Si todo lo antedicho nos lleva a inferir que la estética es una de las formas que el hombre utiliza para interpretar la realidad, quizás la más sublime; ésta no puede dejar de lado la esencia de la misma. Es decir sus principios básicos: El de la Unidad y el de Movimiento Transformador. Concebir otro concepto de estética parece imposible, pero gran parte del arte contemporáneo nos demuestra lo contrario.


Arte alienado vs. Arte dialógico

Partiendo de nuestras premisas, podríamos considerar que una verdadera obra de arte es un objeto que analiza parte de la realidad y que debe trasuntar la Unidad y el Movimiento Transformador de la misma. El vuelo artístico se determina por el punto en el desarrollo transformador que capta el artista. En última instancia, el mayor impacto estético está dado en los últimos puntos, antes de la ruptura de la unidad. Por lo tanto el artista no logra una buena obra cuando no plasma el movimiento transformador o, por lo contrario, capta sólo el movimiento desordenado que destruye la unidad.

Arte Abstracto - Alcántara Herrán Pedro - Sin título - 1963 Dibujo, tinta sobre papel 35 x 50 cm registro AP1984-8

Estos principios los podemos ver en todas las grandes obras de arte, en todos los tiempos, y en cualquier cultura, desde las expresiones más figurativas hasta las de más alto grado de abstracción. Después de todo lo dicho, debemos formularnos la pregunta: ¿Cómo el hombre, en determinados momentos históricos, puede desvirtuar la estética de tal manera, que se aleje tanto de los principios básicos que rigen al universo?

La respuesta, creemos, se encuentra en la sociedad contemporánea. Esta no encuentra una visión clara del futuro de sí misma; o vislumbra un futuro tan negativo, que crea los elementos neutralizantes necesarios para que los integrantes de la misma no puedan vislumbrarlo. Es la alienación.

Si analizamos la historia, sobre todo desde el siglo XVIII hasta el presente, veremos que, en especial en los países desarrollados, los cambios económicos, científico-técnicos y, por consiguiente, sociales, fueron tan profundos que separaron al hombre de la naturaleza, de tal forma que a éste le costó cada vez más interpretar los verdaderos mecanismos de su funcionamiento y transformación. Esta incapacidad de interpretación no es otra cosa que la manifestación de la alienación del hombre contemporáneo.

"Por alienación se entiende un modo de experiencia en el cual la persona se siente extraña a sí misma, diríase enajenada en sí misma. Ya no se siente centro de su mundo, dueña de sus actos, se ha convertido en esclava de sus actos y de sus consecuencias (sus obras), las obedece y hasta a veces las reverencia." (Erich Fröm, «La sociedad sana»)

Erich Formm

El arte alienado es la expresión del artista que se encuentra sumergido en una sociedad en su momento de ruptura. El artista, por su alienación, no vislumbra nada, más allá de ese momento caótico. La relación que tiene con su obra no pueder ser dialógica porque le es extraña; fue hecha por él, pero no le pertenece, no se puede reconocer en ella, porque además de hacerlo sería reconocer el caos donde está inmerso.



"El 3 de mayo de 1808 en Madrid" - Goya 1814

"Masacre en Corea" - Picasso 1951

Una obra artística es esencialmente dialógica, entendiéndose con esto: La búsqueda de comunicación del artista con otros hombres, volcando en la obra su propia interpretación de la realidad, cargada de razón pero, por sobre todas las cosas, de su espíritu crítico.

¿Podemos encontrar esta concepción del arte en el ACTION PATTING de Jackson Pollok, el expresionismo abstracto, el NEO DA DA de Rauschenberg, o los comics de Roy Lichtenstein? Como ejemplo, tenemos a Barnett Newman (), abstracto post-pictórico, cuyo cuadro "CHARTRES 1969" (acrílico sobre lienzo, 2,89 x 2,70), consiste en una inmensa superficie roja totalmente lisa. ¿Cuál es su interpretación de la realidad? ¿Existe un reconocimiento del artista en su obra?

No debemos confundir el arte alienado con la Sublimación en el arte. La sublimación es la lucha interior del artista por no caer en la alienación, por no sucumbir a lo que la sociedad le propone. Es una lucha ardua, dura, pero valedera. Ejemplo de ésta la encontramos en Van Gogh: Su lúcida obra no se queda en la mera violencia de la ruptura; demuestra la lucha desesperada por sobrepasarla.

El arte es una aventura personal realizada en forma dialógica con el mundo y, más específicamente, en la época.


"La mujer en camisa" - Picasso 1913

El engaño del cambio

El artista contemporáneo trató y trata de romper con el extrañamiento, con la alienación, pero no siempre encontró, ni encuentra, el camino correcto. Muestra de esto es el endiosamiento del concepto de cambio. Se trata de atrapar al espectador por medio del cambio, provocando en el mismo la sorpresa o la desorientación, en última instancia, ayudando a su alienación.

Es también notable la poca importancia que se le da al lenguaje plástico en sí. Ser innovador es suficiente para ser artista.

Con este criterio, no interesaría saber si Varsily Kandisnky () es un buen abstracto; bastaría saber que fue el primero. De la misma manera, no importaría cuestionar la obra de Kasemir Malevch (), quien en 1918 cerró el camino de la abstracción con su cuadro "Blanco sobre blanco".

"Horizontales" - Kandinsky 1939

Otra de las maneras de lograr la sorpresa fácil en el arte es la búsqueda de la indentificación rápida con el público, apoyándose en los valores temáticos y no en los estéticos. Una obra es intrascendente estéticamente cuando sólo se apoya en lo temático, sin tener en cuenta los valores plásticos.

Goya, con sus "pinturas negras" y sus grabados, no nos sorprende; nos conmociona con un grito de atención, que se lleva a cabo de conciencia a conciencia. Si fue un maestro en el arte, un renovador, lo fue por su nueva concepción pictórica y no por su temática; ésta fue un medio en donde se encarnó su espíritu crítico.

La llamada "pintura social" no ha nacido con nuestro siglo. Eso lo demuestra la obra de Boch, Bruegel, Hogarth, etc. Ellos, motivados por los problemas sociales de sus épocas, elevaron la temática de su pintura a la categoría de obra de arte.

"El Aquelarre" - Goya 1820

En nuestra época se considera el cambio como un fin en sí mismo, sin importar hacia dónde se dirige. El cambio de las cocepciones plásticas sólo tiene valor cuando estas se acercan a la verdadera transformación de la realidad y, por consiguiente, de la interioridad del hombre, colaborando en la creación de un hombre nuevo.

Todo lo antedicho no nos debe llevar al error de negar la obra de los artistas de principios del siglo XX, quienes lucharon para derribar antiguos principios del arta académico realista. Tampoco tenemos que cerrar los ojos a los caminos por ellos abiertos, o a la libertad conquistada en materia de conceptos estéticos. Pero un error más grave aún es considerar a todo el arte contemporáneo como el verdadero y siempre vigente.

Los conceptos plásticos y teóricos del Pop-Art, del arte abstracto, y concreto del Informalismo, del Arte Óptico, se han transformado en el arte oficial de nuestra época. En una academicismo sin academia. No es muy difícil constatar que esta desorientación del artista en la sociedad de hoy comenzó a darse, por lógica histórica, en los países más desarrollados.

"Mick Jagger, líder de los Rolling Stones" - Serigrafía de Andy Wharhol -1975

En los momentos límites de la historia, la infuencia de las relaciones sociales críticas marcan con más claridad su influencia en el arte. Es muy posible que las actuales sociedades con alto grado de desarrollo se encuentren tan cerca del punto de ruptura de su propia estructura (unidad), que no les permita a los artistas ver más allá del movimiento social desordenado en el cual están inmersos.

Por un proceso de transculturación, propio de la relación de dependencia, nuestras sociedades, sin resistencia, se bañan con la misma problemática, asumiéndola como suya.

De la muerte a la creación artística

Retomando los conceptos de estética anteriormente ennunciados, podemos ver que actualmente los artistas en general, creyendo saltar la barrera de la alienación, se encuentran en un estado caótico, sin valores ni normas, plasmando en sus obras un momento del desarrollo de la realidad: El momento de ruptura de la unidad.

Si definimos a este momento como el de un movimiento desordenado que culmina en la transformación de una unidad en otra, podemos indentificar a éste como el momento de la muerte. En última instancia, con ésto estamos en presencia de un nuevo concepto: La Anti-estética. Traducido esto a otros términos, nos encontramos con una forma de expresión esquizoide que no propone alternativa de vida.

"Crear es matar a la muerte" (Romain Rolland).

Picasso decía que "el arte habita la distancia que hay entre el cerebro y la punta de nuestros dedos".


Pablo Ruiz Picasso, español. Málaga (1881) - Mougins (1973)

Debemos sumergirnos en la voz interior que habita esa distancia -y que seguramente no es otra cosa que una exigencia de libertad-, para pensar, conocer, conocerse, crear; en última instancia, ser. Es escucharnos a nosostros mismos, creando nuestras propias opciones. Es ser nuestro propio censor y no nuestro peor carcelero. Es no mirar hacia afuera de nosotros, repitiendo maquinalmente acciones y actitudes de otros, creyendo que los hechos culturales de nuestro tiempo son siempre loables. El hombre no debe ser prisionero de sus debilidades, sino un ser completo que cuestiona, se autocuestiona y a partir de la búsqueda de su propia esencia llega al conocimiento esencial de toda la humanidad.

Ahora bien: Nosotros, como artistas que pertenecemos a las sociedades que recibe, como reflejo, la problemática de muerte de las más desarrolladas, no podemos quedarnos pasivos. Debemos revalorizar el concepto de estética. Para eso tenemos que romper con la identificación del cambio (como fin en sí mismo) con el de creación.

El cambio puede ser reaccionario y servir a intereses que no necesariamente son los nuestros. La creación va más allá de la descripción del movimiento caótico que nos lleva a la ruptura de la unidad, a la muerte. La creación parte de la interpretación correcta del momento actual y se proyecta al futuro con la construcción de una unidad nueva.

Además tenemos que contestarnos otra pregunta esencial: ¿El arte como manifestación del hombre, tiene tan poca trascendencia que no puede influir en los cambios sociales? Si la respuesta es No, debemos reformularnos la concepción de nuestro arte, apoyarnos en las características comunes de nuestras culturas y lanzarnos sin miedos ni complejos a la construcción de un proyecto que proponga fundamentalmente la vida.

Para esto es importante saber diferenciar de las propuestas ya lanzadas las que sólo describen el caos, la falta de valores -en definitiva, la muerte-, de aquellas que, aunque no han logrado sus fines en toralidad, no son elitistas, surgen de las bases de nuestras culturas, aprovechan las otras culturas críticamente, y proponen una mayor participación de todos.

En definitiva, debemos asegurar que nuestro proyecto tenga la validez histórica que no tuvieron los demás. Teniendo en cuenta que no son muchas las posibilidades que nos da la historia para equivocarnos.

Por Jorge Manuel Varela